El Concello quiere poner en Urzaiz las vallas antiatropello que quitó
Hace 7 años la protección en el cruce de Lepanto se cambió por jardineras más cortas
El accidente que el pasado 7 de enero acabó con la vida de
Josefa Nodar tras ser atropellada por un autobús de Vitrasa junto a su
acompañante en el cruce de Urzaiz con Lepanto ha hecho replantearse al
Concello de Vigo medidas de refuerzo. No es el primero, ya que se trata
de uno de las intersecciones más peligrosas de la ciudad.
El alcalde aseguraba dos días después del suceso que estaban
estudiando varias medidas, entre ellas, poner vallas. Pero si el plan
sigue adelante, lo que hará el gobierno municipal será regresar a las
medidas que antes funcionaban, ya que las mortíferas cuatro esquinas ya
contaban antes con esa protección. Como se aprecia en la imagen
superior, en el 2009 estaba colocado ese cercado metálico que impedía a
los peatones lanzarse a la aventura jugándose la vida por ganar unos
segundos.
El Concello decidió retirar todas las vallas (ya hubo dos
modelos diferentes y del último aún queda un tramo en Lepanto) y en el
2010 colocó una jardinera haciendo curva, pero solo en la esquina con
Lepanto, que no llega hasta el semáforo. Por ahí atajan cada día cientos
de personas que cruzan sin pisar el paso de peatones pintado sobre el
asfalto. Aunque los accidentes se producen también sobre él, lo cierto
es que los trabajadores de alrededor, testigos diarios de las costumbres
de los viandantes, constatan que es así y se sorprenden de que no haya
más.
Respetando semáforos se tardan casi 8 minutos en completar el recorrido circular
Las medidas disuasorias como las vallas han evitado no pocos
percances, pero no sirven de nada si la educación vial es deficiente,
porque se lo salta todo. Para eso las autoridades locales pueden poner
en marcha planes de formación, pero es cuestión de años.
Los empleados de Banco Caixa Geral (antes Simeón y Banco Luso) han visto
en las últimas dos décadas decenas de percances de tráfico delante de
sus narices. Los vieron salir indemnes tras un gran susto y vieron a
otros «quedarse secos» al instante después de sufrir el golpe de un
vehículo sobre un cuerpo, como recuerda Manuel, que opina que las vallas
van a dar igual «si la gente cruza como lo hace, y me incluyo porque
muchas veces yo me lo salto». En el Hotel Zenit Lisboa también tienen
buenas vistas sobre esta ruleta rusa diaria que deciden hacer girar
cientos de personas que van a pie. Melisa, una de las recepcionistas,
asegura que ven cosas increíbles: «La gente cruza por donde termina la
jardinera, pero hace cosas peores. Atravesar en diagonal desde aquí a
donde estaba la chocolatería es algo que vemos a menudo. O ponerse en
medio de la vía a esperar un taxi. Lo hacen los jóvenes, pero también
muchísima gente mayor. El problema es que no tienen tantos reflejos ni
son tan rápidos», lamenta. Y constata que son los de Vigo los que actúan
así. La impaciencia parece ser la que lleva a los locales a no esperar
luz verde. Lo cierto es que, cronómetro en mano, se tardan 7 minutos y
45 segundos en completar el recorrido circular, ya que hay que bajar
hasta Hernán Cortés y Cervantes.
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